El Mundo
HISTORICO ANUNCIO : LA HISTORIA DE LA ORGANIZACION ARMADA SEPARATISTA ETA
Alejandra Pataro
Un grupo que nació contra Franco, pero siguió golpeando en democracia
ETA fue fundada en 1959. Y comenzó su ola de atentados en 1968.
Alejandra Pataro
Meses antes de aflorar los 60, un grupo de estudiantes movilizados por el nacionalismo y un profundo sentir antifranquista fundaron un movimiento que durante cuarenta años levantó las banderas de la independencia del País Vasco, abrazó la lucha armada y dejó un tendal de más de 850 muertos en España: Euskadi Ta Askatasuna o "Patria Vasca y Libertad", mundialmente conocida como ETA.
Su objetivo fue "libertar" las seis provincias vascas: Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa (Francia) y Alava, Vizcaya, Guipúzcoa (España), más la comunidad vecina de Navarra, en un conflicto con raíces en el siglo XVI, cuando el reino de España conquistó Navarra, donde ya estaban integradas, con cierto grado de autonomía, las actuales provincias del País Vasco.
El "generalísimo" Francisco Franco había dado suficientes razones para atizar una férrea resistencia entre los vascos. Les prohibió su lengua, su cultura y sus intelectuales fueron perseguidos y torturados. ETA nace en realidad como una escisión del Partido Nacionalista Vasco, su principal referente, fundado por Sabino Arana, un dirigente que sentía a su pueblo como una raza superior a la española.
Con la muerte de Franco en 1975 y a pesar de la gran autonomía que el País Vasco cosechó más tarde en España, los halcones de ETA continuaron decididos a buscar la plena independencia a sangre y fuego.
Hacia 1962 en realidad se definía como "organización clandestina revolucionaria", y se publicitaba con pintadas callejeras que rezaban "Viva Euskadi".
Los muertos llegaron en 1968, en sintonía con la radicalización del grupo que ya hablaba de un "nuevo nacionalismo revolucionario" y de la necesidad de recurrir a la violencia para vencer al "enemigo que ocupaba Euskadi". Ese año se cobraron sus primeras víctimas: el guardia civil José Pardines Arcay, en junio, y al comisario Melitón Manzanas, jefe de la brigada político social de Guipúzcoa, en agosto. Pero su mayor acción durante la dictadura fue el atentado mortal contra Luis Carrero Blanco, en Madrid en diciembre de 1973, presidente del gobierno español desde hacia seis meses, al que ETA consideraba un "franquista puro".
Años más tarde buscaría dar golpes igualmente espectaculares, aunque sin suerte. En 1995 intentó atentar contra el rey Juan Carlos I en Mallorca, pero algunas fallas en la organización le impidieron concretar el ataque. Se estima que el rey estuvo tres veces a tiro de fusil de los etarras.
El sendero de violencia terrorista que ETA emprendió le costó con los años una creciente impopularidad que se vio reflejada en masivas marchas de repudio popular. La ejecución del joven concejal popular Miguel Angel Blanco, en julio 1997, terminó con gran parte de la popularidad que aún conservaba. La condena en España fue unánime a excepción de la de Herri Batasuna, su brazo político y rostro legal, que evitó condenar expresamente el asesinato. Fue un mal cálculo que lo aisló políticamente en todo el país, le quitó arraigo en el País Vasco y allanó el camino para la condena de sus máximos dirigentes y su proscripción en 2003.
Tras los atentados del 11-M en Madrid, en 2004, que el entonces gobierno conservador buscó adjudicar a ETA, quedó en claro que entre los españoles ya no quedaba margen para tolerar ningún resquicio de violencia terrorista. Para entonces la organización ya estaba debilitada. Sus principales comandos habían sido desarticulados, y sus máximos líderes, detenidos.
ETA no volvió a matar. Continuó con una serie de atentados menores, que alertaba con llamados telefónicos, con más daños materiales que heridos leves.
La llegada de los socialistas al poder en 2004 abonó el camino para una negociación. El alto el fuego "permanente" que ETA anunciará el viernes, sin embargo, requiere cierta dosis de cautela. Su última tregua, en 1998, se rompió 14 meses después.
Su objetivo fue "libertar" las seis provincias vascas: Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa (Francia) y Alava, Vizcaya, Guipúzcoa (España), más la comunidad vecina de Navarra, en un conflicto con raíces en el siglo XVI, cuando el reino de España conquistó Navarra, donde ya estaban integradas, con cierto grado de autonomía, las actuales provincias del País Vasco.
El "generalísimo" Francisco Franco había dado suficientes razones para atizar una férrea resistencia entre los vascos. Les prohibió su lengua, su cultura y sus intelectuales fueron perseguidos y torturados. ETA nace en realidad como una escisión del Partido Nacionalista Vasco, su principal referente, fundado por Sabino Arana, un dirigente que sentía a su pueblo como una raza superior a la española.
Con la muerte de Franco en 1975 y a pesar de la gran autonomía que el País Vasco cosechó más tarde en España, los halcones de ETA continuaron decididos a buscar la plena independencia a sangre y fuego.
Hacia 1962 en realidad se definía como "organización clandestina revolucionaria", y se publicitaba con pintadas callejeras que rezaban "Viva Euskadi".
Los muertos llegaron en 1968, en sintonía con la radicalización del grupo que ya hablaba de un "nuevo nacionalismo revolucionario" y de la necesidad de recurrir a la violencia para vencer al "enemigo que ocupaba Euskadi". Ese año se cobraron sus primeras víctimas: el guardia civil José Pardines Arcay, en junio, y al comisario Melitón Manzanas, jefe de la brigada político social de Guipúzcoa, en agosto. Pero su mayor acción durante la dictadura fue el atentado mortal contra Luis Carrero Blanco, en Madrid en diciembre de 1973, presidente del gobierno español desde hacia seis meses, al que ETA consideraba un "franquista puro".
Años más tarde buscaría dar golpes igualmente espectaculares, aunque sin suerte. En 1995 intentó atentar contra el rey Juan Carlos I en Mallorca, pero algunas fallas en la organización le impidieron concretar el ataque. Se estima que el rey estuvo tres veces a tiro de fusil de los etarras.
El sendero de violencia terrorista que ETA emprendió le costó con los años una creciente impopularidad que se vio reflejada en masivas marchas de repudio popular. La ejecución del joven concejal popular Miguel Angel Blanco, en julio 1997, terminó con gran parte de la popularidad que aún conservaba. La condena en España fue unánime a excepción de la de Herri Batasuna, su brazo político y rostro legal, que evitó condenar expresamente el asesinato. Fue un mal cálculo que lo aisló políticamente en todo el país, le quitó arraigo en el País Vasco y allanó el camino para la condena de sus máximos dirigentes y su proscripción en 2003.
Tras los atentados del 11-M en Madrid, en 2004, que el entonces gobierno conservador buscó adjudicar a ETA, quedó en claro que entre los españoles ya no quedaba margen para tolerar ningún resquicio de violencia terrorista. Para entonces la organización ya estaba debilitada. Sus principales comandos habían sido desarticulados, y sus máximos líderes, detenidos.
ETA no volvió a matar. Continuó con una serie de atentados menores, que alertaba con llamados telefónicos, con más daños materiales que heridos leves.
La llegada de los socialistas al poder en 2004 abonó el camino para una negociación. El alto el fuego "permanente" que ETA anunciará el viernes, sin embargo, requiere cierta dosis de cautela. Su última tregua, en 1998, se rompió 14 meses después.
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